La arqueología no sólo es inferencia, interpretación y reconstrucción del pasado, sino, además, se pregunta para qué y a quiénes sirve ese conocimiento.
En este sentido, el pasado y la historia se dimensionan como una práctica discursiva que actúa sobre la sociedad, por ello, esta es aceptada y legitimada creando una concepción de realidad: materialización de la historia y externalización de la memoria. Así, la propuesta de Cristóbal Gnecco, a partir del diálogo de saberes y multivocalidad, enriquece la perspectiva y proyección de las localidades, comunidades y academia en función de las narrativas arqueológicas.