Se presentaron los resultados de la investigación liderada por la Universidad de Cuenca junto a la Universidad Nacional de Educación, la Universidad Internacional del Ecuador y Growing up Foundation.
La caracterización socio demográfica y cultural de la población del norte y sur de Ecuador y en el sur de Colombia; sus percepciones y conocimientos respecto a la pandemia por COVID 19 y sus secuelas, conocer las prácticas y experiencias terapéuticas para tratar el COVID hasta llegar a conocer los procesos de transmisión de saberes andinos y amazónicos fue posible gracias a la colaboración de Yachaks, Shamanes, Taitas, mamas y curanderos en Azuay (Redes del MSP), Sayausí, Taday, Pindilig, Ilincho, Nariño – Colombia.
Resultados sociodemográficos.
En la investigación participaron 59 personas, mayormente población femenina (49), el mayor rango de edad se ubicó entre los 61 a 80 años (26), hubo 9 participantes entre los 21 a 40 años y 3 participantes mayores a los 80 años.
En relación al estado civil, la mayoría fueron casados (38), seguidos por viudos, solteros y unión libre. En cuanto a la etnia, la mayoría (30) se identifican como indígenas, 29 participantes como mestizos. En relación con el nivel de instrucción, la mayoría de los participantes terminaron la primaria (38), seguido por secundaria (9), superior (8), Ninguno 3 y postgrado 1. La mayoría informó que se dedica principalmente a la agricultura, en conjunto con la medicina ancestral (16), exclusivamente medicina ancestral (13), parteras (11), 9 curanderos, 3 sobadores y 3 especialistas en salud.
En relación a las percepciones y conocimientos respecto al COVID 19, se observó que la información provino de los medios de comunicación como la televisión y radio (Radio local en Saraguro), redes sociales, transmisión de boca en boca y la información del Gobierno, Información de los líderes comunitarios: Asambleas, juntas. La concepción que tuvieron del COVID 19, fue: una enfermedad grave y contagiosa, una enfermedad global, un virus fuerte, enfermedad del frío, ataca al sistema respiratorio, sistema nervioso y a la sangre, presenta síntomas como fiebre, dolor del cuerpo, dolor de la garganta, decaimiento, pérdida del olfato, del gusto, gripe, tos, en definitiva, causa temor y pánico. Los participantes relacionaron al COVID 19 con bronconeumonía o neumonía con otro nombre y más evolucionado, como una gripe más fuerte y parecida a la enfermedad que provoca el virus del chancho y la tos del burro.
Impactos observados:
1. Impactos positivos: colaboración y solidaridad entre las comunidades
2. Impacto social: encierros, ausencia de reuniones, privación de la libertad de movilización, cambio de hábitos
3. Impacto psicoemocional: miedo, depresión, estrés y nervios
4. Impacto económico: negocios cerrados

Respecto a las prácticas y experiencias terapéuticas frente al COVID 19 y sus secuelas, se observó prevención física y espiritual por medio de rituales, brigadas para evitar el ingreso de personas ajenas a la comunidad, limpieza y desinfección: vaporizaciones, sahumerios, fortalecer el sistema inmunológico por la alimentación saludable y bebidas con plantas medicinales y acatar las medidas de los gobiernos: distanciamiento físico, uso de mascarillas, uso de alcohol.
El tratamiento más efectivo fue con el uso de plantas medicinales, plantas amargas y cálidas, más de 40 hierbas usadas, prepararon por medio de infusión, cocción, fregado, baños, vaporizaciones, sahumerios etc.
El eucalipto y el jengibre se usaron principalmente, el zambo para bajar la fiebre. Todas plantas cultivadas, recogidas en los cerros y adquiridas en los mercados. Usaron además otras técnicas y productos entre los que se destacaron: ungüentos con materiales de origen animal como la riñonada, la médula de borrego y la grasa de la gallina, pomadas de origen vegetal como la de coca u ortiga para masajear, aplicación de parches, kambo (procedimiento con ranas), temazcales, baños de cajón y técnicas de meditación y relajación.
Durante los tratamientos tuvieron interacción con la medicina occidental, sin embargo, hubo preferencia por la medicina ancestral, se detectó el uso de fármacos: aspirina y paracetamol, realización de exámenes de laboratorio, asistencia a Instituciones de salud pública, aunque se observó desconfianza con la vacunación y la entubación. Algunos participantes observaron la valoración de la medicina ancestral por los profesionales de salud.

Los saberes ancestrales han seguido un proceso de transmisión, los participantes destacaron que estos se basan en el cultivo del don heredado, a la asistencia a cursos y jornadas de intercambio de saberes y al estudio en algunos centros de aprendizaje. La transmisión es intergeneracional, se transmiten conocimientos sobre el uso de las plantas medicinales, acomodar los huesos, dar masajes, encadenar a las mujeres, y diagnosticar enfermedades por la observación de la orina y el pulso. Concluimos que existe una conciencia de preservación cultural y tradición, pertenencia y valor en las comunidades.