La movilidad es un problema que afecta a muchas ciudades del mundo, debido a una planificación que se ha centrado en los vehículos y no en las personas.

- Cuenca aún puede resolver sus problemas de movilidad, pero no queda mucho tiempo.
- La movilidad está muy relacionada con el tejido social, la economía y la calidad de vida de las personas.
- La ciencia puede aportar con evidencia para implementar decisiones sobre los problemas de la ciudad.
Uno de los problemas más reconocidos por los ciudadanos es la movilidad. En Cuenca, el número de vehículos crece 4 veces más rápido que el número de personas, lo cual será inmanejable en pocos años. Hasta finales del siglo XX se pensaba que una solución sería construir calles más anchas, distribuidores de tráfico y pasos deprimidos, pero durante los últimos años, los planificadores se han dado cuenta que estas acciones tenían el efecto contrario: aumentaban el número de vehículos. Cuando se ensanchaba una vía, el tráfico fluía mejor durante unos años, pero luego volvía a saturarse y presentar el mismo problema. Este fenómeno se conoce como “tráfico inducido” y se refiere al hecho de que mientras más espacio se dedica al vehículo particular, se atraerá más vehículos. Aunque resulte paradójico, construir calles más anchas, empeora el tráfico en el mediano plazo.
Durante las últimas dos décadas, los planificadores, gestores e investigadores han llegado a la conclusión de que para mejorar la movilidad de las ciudades se necesita un enfoque diferente. Basados en la idea de quienes necesitan movilizarse son las personas, se ha propuesto que el sistema de movilidad debe ofrecer medios más eficientes para los diferentes usuarios y motivos de viaje, usando el enfoque de la “pirámide invertida de movilidad”. Según este enfoque, la planificación de la movilidad urbana debe seguir un conjunto de prioridades: En primer lugar los modos “activos”, caminar o usar bicicleta para los desplazamientos cortos, y garantizar la accesibilidad para las personas que tienen algún impedimento. En segundo lugar se debe priorizar el transporte público y colectivo, garantizando la seguridad y confiabilidad. En tercer lugar planificar el transporte logístico para garantizar el abastecimiento y funcionamiento de bienes y servicios. Finalmente, el transporte vehículo particular que representa el segmento menos eficiente de la movilidad. Se ha demostrado que este enfoque tiene efectos positivos en la economía local, mejora la calidad de vida y previene enfermedades derivadas del sedentarismo.
Ya que existe el modelo, ¿por qué no se ha implementado? El cambio toma tiempo y se están dando los primeros pasos en muchas ciudades en todo el mundo. Es imprescindible que tanto los políticos como la ciudadanía pierdan el “miedo al cambio” y se prioricen las inversiones según la pirámide de la movilidad. Una vez que se den las condiciones adecuadas, las personas preferirán los medios de transporte más sostenibles.
Sobre autor:
Daniel Orellana.
Es profesor principal de la Universidad de Cuenca e investigador en ciencias geográficas y ambientales. Es Biólogo Ambiental (Universidad del Azuay), Master en Sistemas de Información Geográfica (Universidad Politécnica de Catanlunya) y PhD en Geoinformación (Universidad de Wageningen). Su investigación se enfoca en estudiar las interacciones entre los seres humanos y el ambiente desde una perspectiva multidisciplinar. Tiene amplia experiencia en teoría y métodos de análisis espacial aplicados al entorno ambiental y urbano. Es autor de más de 50 publicaciones en revistas científicas y congresos internacionales. Convencido de que los problemas ambientales no pueden ser separados del contexto humano, busca combinar la investigación científica con la práctica para el desarrollo de soluciones novedosas a esos problemas.