Esta y otras preguntas se debatieron en el Segundo Taller virtual para las participantes del III Cohorte del Programa de Mentoría para Mujeres Científicas de la Universidad de Cuenca -PROMEMCI- en los que se abordó las temáticas: Síndrome del Impostor y autoestima STEM, a cargo de Sonia Duffau oficial de Divulgación y Diversidad para Associated Universities, Inc (AIU) y el observatorio radioastronómico de los EE.UU. (NRAO) y que lleva adelante la iniciativa (PROmovamos VOCAciones científicas) -PROVOCA- de Chile.
La jornada inició con la bienvenida de parte de Johanna Orellana Alvear, coordinadora de PROMEMCI y la presentación a la facilitadora quien es doctora en ciencias, con mención en astronomía, coach integrativa y mentora corporativa, además de formar parte de la Associated Universities Inc, National Radio Astronomy Observatory, EE. UU.
Las dos investigadoras coinciden en que la colaboración entre PROVOCA y PROMEMCI va más allá del apoyo académico y que incide en una suerte de complicidad para mantener estas iniciativas y esfuerzos en el tiempo.
Para Duffau, esta sesión del PROVOCA, que comparte con PROMEMCI, es una de las dos más valoradas por las mentoras y estudiantes de nuestro programa, y es donde les damos a conocer las características de este llamado síndrome, que, sin ser una condición médica, puede llegar a presentarse como un problema de salud en caso de que no se maneje correctamente. El síndrome se refiere a esa sensación que muchos profesionales y estudiantes pueden experimentar donde declaran sentirse incapaces de reconocer sus logros, piensan que los mismos son producto de la suerte y no del esfuerzo, y que su posición en el trabajo o los estudios es inestable, dado que en cualquier momento se descubrirá que no son tan capaces, tan hábiles, tan experimentados o inteligentes como “parecen ser”. Es ahí de donde viene el término “impostor o impostora”, que es el sentimiento de estar presentándose como más capaces de lo que son.
Isabel, una de las mentorandas, reconoce que haber tratado el tema y haber realizado un ejercicio individual para identificar si el impostor está incidiendo en nuestra vida “le cayó como anillo al dedo”. Le pareció muy útil saber qué es este síndrome, estar alerta si se presenta, si se acumula y, sobre todo, tener herramientas para gestionarlo.
En ese sentido, la facilitadora entregó algunos recursos para combatir al impostor: tener acompañamiento y ayuda de los más cercanos e incluso de profesionales, practicar meditación, realizar nuevas actividades, invertir tiempo en nosotras y así salir de los “pantanos momentáneos” que pueden impactar negativamente en el diario vivir.
“No creer en nosotras mismas nos limita, es algo bastante real, no confiar, o subestimarnos es un hecho en algunas ocasiones. Sin embargo, ha sido importante conocer que hay varias técnicas que nos ayudan como escribir, meditar y hacer ejercicios” comentó Cecibel, otra mentoranda asistente al taller.
Para Jéssica, “gestionar tiempo para nosotras mismas” es clave, además de escribir o hacer ejercicio. Tania refirió que “Es sumamente complejo manejar el tiempo libre y la culpa de no hacer nada porque nos sentimos que deberíamos aprovechar para nuestros objetivos académicos o trabajo, desconectarnos meditando saliendo a acampar o fuera de la ciudad es una opción”.
El taller se cerró con un espacio de intercambio grupal que les permitió compartir experiencias y estrategias en torno a este tema y algunas conclusiones sobre la necesidad de reconocer y enfrentar este síndrome a lo largo de la carrera, las cuales, sin duda, aplicarán las nuevas participantes de esta III cohorte de PROMEMCI.